jueves, 20 de mayo de 2010

¿Hobby u obsesión?

Es sabido que en el mundo de los Barman, hay una actividad que todos desarrollamos casi como un trabajo de hormiguita: Coleccionar.

Uds. se preguntara: ¿Qué coleccionan, tragos? Cerca, pero no. Coleccionamos de todo, porquerías en muchos de los casos. Vasos, llaveros, remeras, posavasos, tapas, frascos, cocteleras, cucharas, libros, recetas, cualquier objeto que tenga alusión al mundo de los cocteles. Claro esta que esto no resulta nada raro para cualquier actividad que se desarrolle con pasión, siempre es grato conservar algo que al verlo nos remita instantáneamente a un momento o sensación, pero en el caso de los bartenders, a veces estas colecciones pasan a ser obsesiones. Resulta que este hobby se convierte en una carrera competitiva por ver quien tiene mas de esto o de aquello otro. Hasta se suele sacar fotografías de las colecciones con el solo fin de presumir ante los otros colegas. Esto llega al tal punto que a veces algunos bartenders llevan a sus bolsillos cosas que en verdad no estaban destinadas para regalar, pero parece ser que esta suerte de obsesiva colección lleva a cometer hechos hasta casi delictivos. Pero permítanme decirles que no es mejor o peor cantinero quien logra acumular mas o menos posavasos a lo largo de su vida, ni quien posea la mayor cantidad de cocteleras en el mundo, o aquel que tenga la bibliotecas mas cargada de libros sobre el rubro, a demás en este ultimo caso de nada sirve tener un montón de libros si ni siquiera los leemos.

Sirve de algo conservar botellas cerradas, sin poder probarlas, tan solo porque “Una vez abierta pierde valor!!!” Pues que lo pierda coño!!!! Quiero saber a que sabe, como huele, si es diferente a las que se fabricaron en serie o si esta edición limitada es más de lo mismo. Hasta puedo llegar a entender que para un coleccionista de comics un sobre cerrado de figuritas pueda llegar a tener cierta mística pero para un barman; una botella cerrada de su destilado favorito ¿tiene algún sentido? ¿Tiene sentido tener algo que te encanta y no usarlo? ¡Vamos! rompe ese envoltorio espantoso que tiene de fabrica y exhíbelo con orgullo, deja que la luz rebote y brille sobre ese hermosos metal, sácale ese celofán amarillento por los años que tan solo conservas porque “Así es como venia originalmente”.

Los regalos y presentes más hermosos son aquellos que tienen sentimientos, una historia. El simple hecho de desprenderse de uno de estos objetos de culto para dárselo a otro que lo merece, es una gran muestra de afecto.

En mi caso, me considero un gran coleccionista de todas estas porquerías, sobre todo de información, por si algún día llega el tan soñado bar propio. Siempre pensé que todos estos años de barman podrían ser aplicados en el futuro bar. Pero la verdad es que nada de todo lo que he juntado me genera algún tipo de placer si no lo comparto, como dice el personaje Christopher McCandless en la película “Into The Wild”, "la felicidad solo es real cuando es compartida". Creo que es por este motivo que mis dos objetos favoritos tienen tanto que ver con esa frase. Uno de ellos es una pequeña taza de té, mitad de vidrio y mitad plástico, bastante ordinaria por cierto, pero en esta misma taza que aun conservo es donde todas las tardes mi querida abuela Chola me servía la merienda mientras veía los dibujitos y siempre que tengo oportunidad de preparar algún trago en ella, lo hago. El otro objeto que también quiero mucho es un sencillo revolvedor del Hemingway bar Ritz Hotel, Paris. Cuando el ante año pasado viaje a Europa gracias al Bols Arround The World, uno de los países a visitar era la cuna de la gastronomía mundial: Paris. Todos sabemos que Hemingway despierta gran cariño en los Bartender, gracias a su amor por las bebidas y por esta razón, no podía estar en Francia y no visitar uno de sus bares favoritos. Fíjense hasta donde llegaba su fanatismo por dicho lugar, que el 25 de Agosto de 1944 armado con una ametralladora y acompañado por cuatro miembros de la Resistencia, Ernest Hemingway “liberó” el bar del hotel Ritz de la ocupación Nazi en París. Los más exagerados cuentan que el escritor en persona fue quien expulso a patadas de la suite presidencial al general Nazi que se hospedaba allí. Este revolvedor que tanto aprecio, con las inscripciones: “Ritz Hotel” me lo entrego el barman del lugar, después de que pasáramos la tarde charlando con mi precario ingles, la cual concluyo invitándome a pasar a la barra para sacarme una fotografía con él.

Seria bueno que estas colecciones dejen de generar competencias entre nosotros y las transformemos en una excusa mas para juntarnos a hablar de ellas y compartir gratos momentos ¡Con un coctel de por medio claro esta!

A continuación les dejo un hermoso video donde uso esta tacita de té para hacer un coctel a manera de homenaje. ENJOYYY!!!!!


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