“Despertarse de la siesta es como nacer 2 veces en el día”.
Juan Domingo Perón.-
Aunque este post no tiene que ver directamente con la receta de algún trago, o la historia de un barman, creo que muchos se van a ver reflejados en la supervivencia por el descanso durante horas de la mañana, echo cotidiano en la vida de un trabajador nocturno.
Una vez escuche a Dady Brieva decir: “Cuando mi viejo se acostaba la siesta, hasta los pajaritos hacían silencio”. En casa también pasaba algo parecido.
Durante los veranos calurosos, las siestas al medio día suelen ser un poema al placer, claro esta que esto rige solo para personas mayores, para un chico es el mejor horario para usar la pelopincho. E aquí el problema, para el normal desarrollo de una de las actividades es necesario el silencio y para la otra, los gritos. Una de las partes tiene energías de sobre por no concurrir diariamente al colegio, mientras que la otra tiene mucha por tener que aportarlas para soportar actividades “extras” a lasde concurrir al trabajo diariamente.
Todavía no soy una persona mayor, pero si disfruto de dormir. Sobre todo cuando después de estar parado detrás de la barra más de 10hs durante un sábado (el caos absoluto), uno quiere llegar a casa (entre la reposición, limpieza y café en lo de Lolo arribas a las 8hs) y acostarse para soñar con los angelitas, e digo angelitos. Ahora cosa curiosas si las hay, que empezando a aumentar la temperatura con el correr de la mañana, los angelitos empiezan a cantar cada vez peor, esas dulces canciones que te susurran al oído empieza a ser alaridos como Ricardo Ioro cantando Toro y Pampa con Alma Fuerte. En efecto: el transcurso del estado de sueño a la realidad hace que me confunda los angelitos con los 3 demonios ladinos que tengo de vecinos.
Se imaginana que 29° al as 11 de la mañana de finales de Diciembre, durante las vacaciones, sin estar dentro de la franja horaria de la siesta, son el caldo de cultivo predilecto para los gritos, temas de colegio mal cantados y peleas entre hermanos por a ver a quien le toca usar el flota-fota (hasta lleguéa pensar con la propina del día comprarles otros 2 a los hermanos restantes para por lomemos saltear el capítulo de “Flota-Flota Fight”).
Empezas a dar a vueltas, te tapas la cabeza con la almohada; pero nada, los gritos crecen en conjunto con la temperatura próxima al medio día y ya no te podes dormir. entonces te quedas acostado, con los ojos abiertos mirando al techo pero entre dormido. Casi como un zombie soñas despierto y el odio que te agarra por estar escuchando a esos 3 mocosos chapotear se va convirtiendo poco a poco en felicidad cuando te transportas a tus propias tardes de verano en la pelopincho de tu casa. Es que es así, una pileta sin gritos es como una pileta sin agua. Como si se pudiese jugar a los playmobils sin tener que hacer un terrible espamento cuando el sheriff mata al villano y cae desde la cantina al agua; o como si no te tuvieses que tirarte de bomba desde el ángulo de la pileta sin poder gritar; o “Pelear” “En voz Baja” por a ver de quien es el turno de usar la ranita a cuerda.
Es entonces cuando a pesar de haberme acostado hace 1 hora y estar odioso por no poder descansar, estoy feliz por haberme transportado a mi infancia, con mi hermano en el patio de casa, Peleando en voz baja, con los playmobil de Cantina ( ya de chiquito me gustaban los bares), mi vieja corriendo a sacar la ropa del tender para que no la mojemos y mi viejo regando el pasto mientras la tortuga se da vuelta por querer meterse debajo del primer escalón de la escalera caracol negro.
Gracias demonios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario